Una de las mayores polémicas políticas surgidas a raíz del trágico accidente de Germanwings fue la motivada por las declaraciones de Eduardo Garzón, hermano del líder de IU Alberto Garzón, cuando escribió en Twitter: “Maldita sea esta sociedad capitalista donde una compañía aérea antepone el beneficio empresarial a la seguridad de los pasajeros”. Muchos han criticado con dureza a Garzón por instrumentar políticamente a los muertos, por la ruindad de querer sacar partido propio de las malhadadas víctimas.
Desde la absoluta distancia ideológica, permítanme romper de entrada una lanza por Eduardo Garzón. Evidentemente, instrumentar una tragedia es un acto despreciable y criticable pero, ¿verdaderamente el economista de ATTAC estaba instrumentando la tragedia o, en cambio, se limitó a denunciar a quien él juzgaba sinceramente culpable de la misma (esto es, al capitalismo)? Nótese que en el segundo caso no se estaría instrumentando la tragedia: como mucho se estaría cometiendo inconscientemente un grave error. Quien maldice a un asesino por el crimen que ha cometido no instrumenta políticamente el asesinato: tan sólo expresa su rechazo y su censura ante su execrable acto. Por eso, si Eduardo Garzón verdaderamente creyera que el capitalismo, por su perverso funcionamiento interno, es el responsable último del accidente, su tuit sólo estaría expresando la misma instintiva repulsa moral de quien censura al asesino: de hecho, desde su sincera perspectiva el capitalismo sería el asesino. ¿Es eso lo que cree Eduardo Garzón?