EL PASTOR

Despertó antes de que hubiese salido el Sol. Se levantó despacio, sin hacer ruido para no despertarla y salió de la estancia. Bebió un poco de leche, recogió un fardel que había dejado preparado antes de acostarse y salió afuera, abriendo los pulmones a la fría mañana. Sintió la humedad del rocío, notó al perro que se acercaba, recogió el cordero y comenzó a caminar.   Sabía que su viaje le llevaría toda la mañana, así que apretó el paso en cuanto sus pulmones se acostumbraron al aire frío que les quemaba. Por sus piernas no se preocupó, hacía mucho tiempo que le dolían a ratos, unas veces cuando estaba sentado a la lumbre y otras muchas después de pasarse el día caminando por el campo detrás del…

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El cementerio

Soplaba un terrible y frío viento del oeste y el sol corría a esconderse tras una loma cercana. Los dos vehículos aparcaron frente a la tapia descolorida del cementerio, algo retirados para dejar sitio a la comitiva que poco después llegaría. Los hombres quisieron bajar, pero él les dijo que siguieran dentro, que se resguardaran del frío todo lo que pudiesen. Así que, mientras ellos charlaban y se quejaban en voz alta unas veces y queda otras, él permanecía atento, mirando la bacheada carretera por donde tendrían que aparecer. Más de media hora después divisaría un coche funebre, seguido por un interminable reguero de coches repletos de gente venida de Madrid, de Ávila, de pueblos cercanos, a decir adios a un compañero, a un familiar... Mientras tanto, aguantaría…

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Homenaje

Abrí los ojos. Silencio. El teléfono sonó, como esperaba, y ya sabía lo que iba a oír. Fernando lo dijo de una vez, sin rodeos, sin saludar, con la voz entrecortada. Colgué asegurándole que enseguida me ponía en marcha. Carmen no preguntó, no le hizo falta. Mientras me duchaba, recordaba aquellos tiempos en los que éramos jóvenes, en los que nos abríamos al mundo. Recordaba a aquél muchacho de pelo negro, barbilla prominente y aspecto desaliñado que hablaba sin parar, caminando a mi lado por las calles de Salamanca, contando historias de su ciudad, de su tierra, conflictos que yo ni siquiera sospechaba que existieran. Aquel muchacho al que contemplaba atónito, porque estaba tranquilo y no asustado como yo, que daba confianza, que no sabía por qué estaba…

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UN MUCHACHO CABAL

¿Vas a hacer "futi"?, pregunta mi abuelo al verme ataviado con pantalones cortos, sudadera y zapatillas deportivas. Sí, contesto. ¿Con "el mantero"? Sí, vuelvo a contestar, con ese gesto serio, hosco y esas pocas palabras con las que, a menudo, despacho a la gente que realmente me importa. Es un muchacho cabal, dice él, un poco para sí y un poco para mi, para que lo oiga, para que lo sepa. Cabal, para el abuelo, significa que es un tipo sano, sin dobleces, que sabe por dónde se anda, que no te va a meter en un lío, que te puedes fiar de él, que no te dejará si puede evitarlo. Yo asiento, esta vez no contesto, dando a entender que ya lo sé, que a mi también…

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LA VIDA

A veces la vida se pone frente a ti, negra, grande, afilada. Sus ojos te miran fijamente, sin expresión, todo negrura. No te dice nada, pero debes saber, por su porte y su grandeza, que va directamente a por ti. Entonces no corras, no pienses. Colócate de frente, cara alta, pecho arriba, prietos los músculos y serio el rostro. Cítala solamente una vez, con una voz alta, ronca, con la mano arriba y el gesto seguro. Y entonces no te muevas. Ella arrancará, en línea recta, sin vuelta atrás. Sentirás que tus atributos se hacen pequeños, que los pulmones se agrandan y que el corazón late tan fuerte que te da golpes, como un martillo. Sentirás también que debes huir, pero no debes moverte, nada. Tienes que esperar…

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¿Navidad?

El pastor no sale en las fotos, y mucho menos su fiel perro, siempre tras él, sin preguntar. Siempre sale la Familia, la Virgen y el Niño, e incluso San José (padre y no padre). Siempre salen los Reyes Magos (y ahora el gordito de rojo), la Estrella e incluso Herodes y la lavandera. Pero no el pastor que carga su cordero, y mucho menos su fiel perro...

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