Tribulaciones en la crisis del virus (día 65)
La emergencia se ha acabado. Lo supe hace tiempo. Y el lunes pasado, el hecho de que mi compañera de trabajo, la huidiza, decidiera que podía tomar un café con los demás, fue una comprobación de campo. Sí, ya sé que seguimos en “estado de alarma” con su correspondiente galimatías de la “desescalada por fases hasta alcanzar la nueva normalidad”. Pero es solamente un asunto político, que nada tiene que ver con ninguna enfermedad. La enfermedad es la excusa. Nada más. Esta diaria crónica nació por varios motivos. Uno, el desahogo de un servidor, pues la sensación de estar en manos de peligrosos impresentables, además de secuestrado vilmente y sin motivo, era casi insoportable. Y, claro, uno tiene que convivir con otras tres personas y no hubiera sido…