Crónica de una demolición anunciada

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Crónica de una demolición anunciada

Hace ya dos años asistíamos a una rendición. A muchos tomó por sorpresa, tal vez porque siempre habían pensado que los líderes de la “derecha española”, la que resultó de la transición, eran lo que parecían. Otros lo habían advertido hacía ya mucho tiempo, en los albores del “régimen del 78”, pagando incluso con su vida si eran lo suficientemente notorios, osados o certeros.

Todos los poderes del Estado, incluidos los fácticos, están en el consenso, en romper España. Y transformarla en otra cosa, aunque cierto es que no siempre coinciden en qué cosa. Por eso, los sucesos de octubre del 17 eran una rendición. Para los españoles más o menos confiados en que “los suyos” defendieran España, una rendición.

¿Una excepción? El rey ¿Error? ¿Maniobra calculada? ¿Miedo? No lo sabemos aún.

Solo algunos valientes se atrevieron a enfrentarse a la situación. Vimos imágenes de gente peleando en las calles, en solitario o agrupados en minúsculas asociaciones o partidos, contra las subvencionadas, aleccionadas y organizadas “plataformas”, sacando banderas a los balcones, poniendo himnos, siempre abandonados por su “Estado”, por su país, por su gente, como lo están desde hace décadas. Haciendo eso que, aunque en realidad lo tenemos que hacer nosotros, estamos acostumbrados a que nuestros estados modernos nos hayan prometido que se encargan ellos.

Recuerden, el estado nos dice, nos obliga incluso, a ceder nuestra soberanía para que él se encargue de nuestras cosas, de todas, hasta de defendernos de nuestros enemigos, incluso si considera que nosotros mismos somos el enemigo. Para eso tiene el monopolio de la fuerza y dispone de nuestro dinero.

En los sucesos de este octubre, la situación ha cambiado. Por una inesperada querella, algunos llevan dos años en la cárcel. Hubo entonces que quitar de en medio a quien se había “rendido”, aun habiendo hecho todo lo que se esperaba de él, por no haber sido capaz de evitar un procedimiento judicial, por no haber salido todo como se esperaba.

Después había que desactivar esa querella y en caso de no poderse hacer, encontrar una “solución”, aunque fuera en forma de “sentencia”. Muchos dirán ahora que ya estamos otra vez inventando conspiraciones, que los jueces juzgan y no hacen política. Pero todas las explicaciones a lo ocurrido con la “sentencia” no me las invento yo. Son las explicaciones que nos dan. Si nos cuentan que lo que han parido en el supremo es una componenda por el “bien” de España, pues será que es eso, una componenda, no voy a ser yo el que les lleve la contraria.

Y ahora hay que dejar que haya disturbios, magnificarlos, no atajarlos y, sobre todo, difundir todas las imágenes posibles de la policía española pegando (porque solamente verá usted al CNP delante de los manifestantes, casi nunca a la “autonómica”). Y salir sacando pecho para solucionar todo el conflicto. Este y los que vengan, sentémonos a negociar, a dialogar, a dinamitarlo todo, pero sin prisa que nos va a quedar algo muy bonito, distinto pero bonito. De eso se trataba desde el principio, ¿recuerdan?

La tarea es difícil, pero perseveran. No pudo hacerla ni la revolución francesa, con el mismísimo Napoleón a la cabeza. Se infiltraron en la política y continuaron poco a poco, con la gente resistiendo en tres guerras casi seguidas. Pensaron que lo lograrían por medio de la revolución comunista de los años 30, pero también España aguantó el tirón.

Y seguimos viendo a gente defendiendo lo suyo. En solitario, con banderas, delante de los manifestantes. Abandonados. Aunque les rompan la cara, aunque les insulten. Saben que les están robando, mintiendo y por eso no se callan. Y por eso, muchos les admiran, les admiramos, pero siguen solos.

Pero tengo una amiga virtual que siempre dice que para publicar un artículo en esta página tiene que tener un enfoque liberal, así que no me voy a olvidar de que todo lo que vemos, todo lo que contamos se hace con el dinero de los que no quieren hacerlo. Y me pregunto si solamente el hecho de que te obliguen a financiar causas que no son las tuyas, que van contra las tuyas, no es suficiente motivo para hacer algo.

Y quebrando el principio de igualdad ante la ley de todos los españoles, el principio de soberanía nacional, el principio de legalidad, el estado de derecho. Y se hace con coacción, con violencia, esa del Estado que te obliga a que des dinero para las causas que él estima convenientes. ¿Que no hay violencia? Pregunta al supremo.

PD: el uso de comillas y de minúsculas es deliberado, vaya si lo es.

Artículo original en https://www.elclubdelosviernes.org/cronica-de-una-demolicion-anunciada/

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