Equiparación salarial. Un imposible.

Equiparación salarial. Un imposible.

Hace unos meses, aún con el último gobierno del PP, los sindicatos y asociaciones profesionales de la Policía Nacional y de la Guardia Civil negociaron una subida salarial que les equiparase, en varias anualidades, a las policías autonómicas, en especial a la catalana, con la que, por motivos que todo el mundo conoce, se habían hecho infinidad de comparaciones desde los increíbles sucesos del 1-O.

Estas comparaciones ayudaron a que los adormilados ciudadanos españoles conocieran que con su dinero se paga diferente a unas policías que a otras. Y no solamente en cuanto a salarios, sino también en cuanto a los medios con que cuentan para desarrollar sus servicios.

Por entonces, me comprometí con varios compañeros de trabajo a invitarles a un cafelito si, al final de los plazos que se pactaron, los integrantes de esos cuerpos recibían la misma cantidad de dinero por prestar sus servicios.

Varias eran las razones que me hacen pensar que no estaré obligado a cumplir con la invitación, aunque seguramente disfrutaremos del café en cuestión.

Por un lado, el paso de los años me recuerda constantemente que los acuerdos a los que llegan los políticos y en los que establecen plazos largos, nunca se cumplen. Mil sucesos pueden hacer que sea “imposible” hacer realidad los términos del pacto: cambios de gobierno, crisis económicas sobrevenidas, retrasos en la tramitación de leyes o reglamentos, cambios en la normativa europea, la caída de un meteorito, cambios en las magnitudes de medición, el estreno de una serie estupenda, o simplemente, y ésta es la más frecuente, incumplir el acuerdo de manera consciente.

Por otro, la seguridad de que, la forma de concebir, de desarrollar la nación que se puso en marcha con la transición y que se plasmó en la constitución y se ha ido desarrollando por todos los gobiernos, conduce inexorablemente a las diferencias entre regiones. Es imposible que los regidores de las regiones que creen verdaderamente que son (por motivos pseudohistóricos y cuasidivinos) superiores al resto, acepten que sus funcionarios sean iguales a los demás, al igual que no aceptan que lo sean ellos, ni sus ciudadanos, ni sus infraestructuras, ni su legitimidad.

Día tras día se encargan de recordárnoslo; nos lo dicen, lo legislan, nos lo echan en cara.

Y finalmente, porque ningún gobierno central ha osado, hasta ahora, hacer ver que la igualdad de los ciudadanos de su nación está por encima de intereses regionales y que los dineros que “administran” son para todos y que no tienen “hijos favoritos”. Es más, ha sido todo lo contrario; cuanto más revoltoso, más te llevas.

Y nada hace pensar que esto vaya a cambiar, pues no cesan de aparecer fondos de ayuda y grandes sumas de dinero o inversiones que van, invariablemente, a donde no deberían ir.

Parece razonable que, teniendo en cuenta que todos son funcionarios del mismo estado y que el dinero sale del mismo sitio, en última instancia similares puestos de trabajo deban tener similares condiciones del mismo, similares normas de acceso y cumplimiento, y similares retribuciones.

Lo que también me parece que sería sensato hacer es, antes de acometer una subida para los sueldos de unos, que se piense bien si no es que los otros los tienen por encima de lo razonable, y si los que verdaderamente pagan los sueldos a los unos y a los otros pueden seguir alimentando las subidas hasta el infinito en caso de que sus gobiernos regionales decidan que deben seguir siendo “diferentes”. Y desde luego que lo decidirán.

El reciente aumento anunciado de la partida presupuestaria destinada a los policías autonómicos catalanes, me va dando, momentáneamente, la razón. Y eso que los policías y guardias “equiparados” aún no han visto ni un céntimo de la prometida subida.

De todas formas, mi verdadera opinión al respecto de los sueldos de esos “colectivos”, la que siempre doy y casi nadie quiere escuchar, está dicha hace mucho tiempo:

“Asimismo le preguntaban los soldados:

-Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?

Y les dijo:

No hagáis extorsión a nadie, ni denunciéis con falsedad, y contentaos con vuestras pagas.”

Lucas, 3, 14.

 

Publicado originalmente en El Club de los Viernes, 15OCT18.

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