Siempre me ha parecido que eso el año nuevo y de la nochevieja era algo de mentira.
Una vez pasado el aluvión de uvas, vinos espumosos, felicitaciones variadas que te llegan por el móvil, horteras en su gran mayoría, solamente queda felicitar el «año» a todo el que te encuentras, a veces hasta bien entrado febrero.
Pero, bien mirado, nada empieza en año nuevo. Los niños vuelven a las mismas clases que unos días atrás, y, curioso, están en el mismo curso. Y los demás, vuelven a las mismas rutinas que ayer, sin notar nada. Lo de los nuevos propósitos para el año nuevo es algo tan tonto, que nadie se cree, pues nunca cambia uno de rutinas de una noche para otra.
Cuando es año nuevo, de verdad, es en septiembre, solo que sin uvas.