Los jóvenes
La relación de los jóvenes con los impuestos es, normalmente, inapreciable. Me refiero a que no son capaces de apreciar que existen y que les afectan. Normalmente no trabajan aún y no tienen más que los gastos habituales del ocio que consumen. Y además, reciben servicios de todo tipo (escolar, sanitario, de transportes, …) que para ellos son gratuitos, con lo que la sensación, y la realidad, es que salen ganando con el asunto.
Así que tienen una percepción positiva de los impuestos, muy positiva. Están en la parte baja de la sociedad y se aprovechan de toda esta “solidaridad impuesta”.
Recientemente, una adolescente ha tenido un encontronazo que no olvidará nunca. Ha conocido a Hacienda, la que no tiene misericordia, la que siempre reclama lo suyo.
Resulta que la chica ha ganado un premio por su trabajo; ha conseguido, por sus extraordinarias calificaciones, que el gobierno gallego le otorgue nada menos que un premio extraordinario de la ESO, dotado con 750 euros.
Hacienda
Pero no todo iban a ser buenas noticias para ella. Ese premio tiene una retención de un 19%, una mordida que Hacienda no ha tardado en reclamarle. Ha recibido una comunicación de esas que, solamente por recibirlas, hacen pasar un mal rato a cualquiera (seguro que los que han recibido cartas de Hacienda alguna vez saben qué se siente). Total, que a la chica le toca pagar 142 euros al fisco, vamos.
En la noticia que leí al respecto, se explicaba, además, que Inés no sabía que tenía que ajustar cuentas y que su familia también lo desconocía. Para cuando se enteraron, ya se había comprado un flamante ordenador portátil para utilizarlo en el instituto, con el dinero recibido, de modo que no tenía con qué hacer frente al pago de la “deuda” (¿les suena la situación?).
Y, claro, Inés se quejaba de estar viviendo una situación injusta, porque “el premio lo ha conseguido con su esfuerzo”. Además, comparaba su premio con “los juegos de azar, donde hasta los 10.000 euros están exentos de pago de impuestos”. Asume que “su situación no va a cambiar”, aunque “su objetivo es que no le vuelva a pasar a otros jóvenes premiados como ella”.
No es habitual, pero ella se ha dado de bruces con la realidad a edad temprana. Y aunque no me alegro, en absoluto, espero que le sirva para empezar a desmenuzar el problema de la coacción impositiva y para plantearse la cuestión con una pizca de espíritu crítico.
Razón tiene al decir que es injusto que le roben dinero por algo que ha conseguido con su trabajo, con su esfuerzo. Como lo es cuando le quitan el dinero a todos los trabajadores, a todos los empresarios, a todo el mundo por lo que han conseguido trabajando. Y un objetivo loable es intentar que no le vuelva a pasar a otros jóvenes premiados como ella.
¡Cuidado!
Pero, cuidado. Es peligroso pensar que solamente tienen que estar exentos de pagar los jóvenes, o los jóvenes premiados. Porque eso significa que se piensa que lo suyo, su premio, su trabajo, su dinero, no merece ser expoliado, pero lo de los demás, sí.
Es peligroso también querer tener “el privilegio” de los juegos de azar en lugar de querer que nadie tenga que pagar.
Y es que en eso se basa el tinglado este que tiene montado el “estado del bienestar”. En que cada uno piense que lo suyo se lo merece, pero lo de los demás es expropiable. Y expropiable para que me llegue a mí, que sí me lo merezco. De esta forma, todos contribuyen con su ansia y con sus votos al expolio generalizado, no dándose cuenta de que ellos son los verdaderamente atracados.
Está bien, algunas veces se dan cuenta. Lástima que sea pocas veces y que, normalmente, dirijan sus iras hacia el sitio equivocado e invoquen, para corregir la situación, a un Estado más grande, más expoliador.
Permítame la joven Inés que le recomiende, humíldemente, frecuentar sitios en internet (algo que hacen tan asíduamente los de su edad) como el de este Club para ayudarla en sus diatribas y en su lucha.
Artículo original en https://www.elclubdelosviernes.org/los-impuestos-y-los-adolescentes/