Casi 5.000 positivos y 100 muertos después, el presidente amaga. Anuncia que anunciará la declaración del estado de alarma, pero mañana.
Todavía no tenemos a nadie al frente de esto. Al menos a nadie con inteligencia. Era lo esperado.
La gente asalta los supermercados, y eleva a la categoría de sus imprescindibles para vivir a todos los que los izquierdistas que llevan la voz cantante en los «medios de comunicación» habían estado insultando gravemente: las cadenas de distribución. Gracias a ellos, se reponen cada día, de momento, miles y miles de rollos de papel higiénico.
Mientras, muchos claman por medidas urgentes para controlar la situación. Un mando único, un líder, una decisión. O sea, lo contrario del absurdo y perverso sistema autonómico. Y, además, que cierren las ciudades y sobre todo, que no se vaya la gente a la españa vaciada. Anda, ahora no quieren visitas, solo paz, tranquilidad y aislamiento, alejamiento. Dinero ya pedirán, pero luego, hoy no.
Estamos a la espera de las decisiones del tío sánchez.
Mientras, recordamos la definición de imbécil de la RAE, que debería ser de obligada lectura antes de votar (aun sin que muchos la comprendan): Tonto o falto de inteligencia.
P.d.: el (no) uso de las mayúsculas es, cómo no, deliberado.
Muy bueno, pertinente y certero. Qué ángulo tan bien trazado en relación a las continúas falacias ideológicas vertidas hace tan poco tiempo y, sin embargo, ya casi olvidadas como algo de otro mundo.
Desde la tená: cómo no, el lugar más idóneo para escapar de esta extraña locura.