Tribulaciones en la crisis del virus (día 52)

Tribulaciones en la crisis del virus (día 52)

Decenas de miles de personas fallecidas. Y las que no se cuentan. Y las que no quieren que contemos.

Los muertos del sepulturero profanador y su compinche bolchevique.

Como saben que no tienen oposición, que esta está domesticada o forma parte del sistema y como ven que la gente está agusto con su secuestro, con unas pocas ganas de juerga, pero nada más, el gobiernín está dejando ver qué son en realidad.

Nunca había visto a nadie hablar a los otros partidos, a los periodistas y a sus ciudadanos con esa chulería, propia de gente de baja ralea venida a más, dictadorzuelos henchidos de poder. Los hay guapos que te miran por encima del hombro, los hay con aire de mafioso que amenazan explícitamente, los hay como chulos de puta que lo han sido toda la vida, que se te ríen en la cara.

Los que son incapaces de reconocer el más mínimo error con casi 40.000 muertos se atreven a responsabilizar, a culpabilizar de miles de muertos que aún no han sido a una oposición que aún no ha votado en contra y a unos ciudadanos que salen a la calle, mayoritariamente cumpliendo las normas, en parte para pasear, para mantener su salud física y mental, en parte para trabajar y poder ganarse la vida. Y para ejercer sus derechos fundamentales, que son suyos, coño.

Y ya están todos los medios repitiendo el cuento ese de que la culpa será nuestra si hay un rebrote, que lo habrá. Otra vez. Y ya estoy hasta las pelotas de la tontería. Pues miren, no, yo me he tomado esto en serio desde el primer día, y los míos también. Y la gente con la que trabajo y mis vecinos, y la gente con la que me he cruzado en la calle, en los supermercados, en el estanco, los repartidores. Todos.

Y salgo a la calle. Y trabajo. Y vivo. Y si me contagio no será culpa mía. En todo caso, después de más de 50 días de cuarentena, será culpa de quien no ha tomado medidas sanitarias, he dicho sanitarias, efectivas. Porque por eso nos secuestró, por tener que tomar medidas.

Los que no se lo han tomado en serio son los impresentables peligrosos que nos gobiernan. Ellos son los que primero nos animaron a tomar las calles y luego nos secuestraron, incumpliendo todas las leyes posibles, y se negaron a dotarnos de material y testes para que nos pudiéramos defender. Y se negaron a que nosotros nos los proporcionáramos por nuestra cuenta. Y dejaron morir, por no decir mataron, a los ancianos de las residencias y dejaron indefensos a los médicos, física y moralmente. Y nos negaron la tragedia, y nos mintieron con las cifras y nos animaron a aplaudir. Y nos persiguieron por criticar, por decir la verdad. Y nos multaron ilegalmente por vivir, por intentar vivir. Y nos retienen sin datos sanitarios que avalen el puto secuestro. Y cambian el régimen sin que se note demasiado y, aunque se note, que les damos igual. Y nos empobrecen a marchas forzadas, condenando a la ruina a muchos, a muchísimos.

¿Y ahora la culpa es mía? Váyanse a la mierda, homicidas (presuntos, eso sí).

Si tuvieran un pizco de humanidad no hubiesen trazado un plan b, sino también un c y un d. Porque entra dentro de lo posible, de lo probable, en un sistema que no sea una puta dictadura, que no puedas convencer a todos de que tu plan a, el secuestro, es lo mejor que se puede hacer, sobre todo si tu plan es una puñetera mierda.

Así que, hagan su trabajo o váyanse. Mejor váyanse y dejen que los demás hagamos el trabajo.

Todo el que vote sí o se abstenga será cómplice del secuestro, la ruina y los muertos, habidos y por haber.

Que no se nos olvide.

Y nos siguen muriendo.

Definición de imbécil de la RAE, que debería ser de obligada lectura antes de votar (aun sin que muchos la comprendan): Tonto o falto de inteligencia.

Definición de criminal, según la RAE, 4ª acepción: que ha cometido o procurado cometer un crimen.

Definición de secuestrar, según la RAE: retener indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines.

Y deseamos, de corazón, la total y completa recuperación de cuantos aquí se citan.

P.d.: el (no) uso de las mayúsculas es, cómo no, deliberado.

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