El creyente
Hacía tiempo que no me enredaba en una conversación larga sobre el asunto del puñetero coronavirus con nadie, pero hoy no he podido resistir quedarme callado ante lo que escuchaba. Resulta que hay un tipo que lleva esperando más de una semana una llamada de eso que han denominado rastreadores, por haber sido considerado contacto estrecho con un positivo (asintomático) de coronavirus. Digo que los llaman, rastreadores, porque realmente no lo son. Por lo que he podido comprobar estos días, son simples funcionarias que hacen su trabajo en las condiciones habituales, es decir, de 8 a 14, de lunes a viernes y a su ritmo, lo que me lleva a pensar (una vez más) que la situación no es alarmante aunque la propaganda lo quiera indicar. El caso…